Este fin de semana lo hemos pasado genial en nuestra Fiesta Pirata. ¡No faltó de nada! Decoramos el local con guirnaldas de piratas, espadas, pistolas y muchas calaveras. Hay que decir que el lugar, el "gran galeón rústico de aitite Miguel y amama Edurne", ayudaba a recrear un auténtico escenario pirata. Y el toque final de los globos, que tuvieron muchísimo éxito, y la vajilla pirata, lo obtuvimos gracias a nuestra amiga Marcela de La Fiesta de Olivia. Con todo ello, conseguimos que los capitanes de la fiesta, Paul Ausarta y Martín Trebea, acompañados de su gran tripulación, disfrutaran como auténticos lobos marinos.
Además de la decoración, preparamos unas bolsitas para cada pequeño grumete, con un pañuelo pirata, un parche, un tatuaje y un mapa que les serviría de ayuda para encontrar posteriormente el tesoro. Como podéis imaginar, nuestros pequeños piratas no tardaron ni un minuto en meterse en su papel. Y cuando ya estaban todos listos... ¡comenzó el abordaje!
La primera tarea era llenar los estómagos de nuestros bucaneros para que las fuerzas no flaquearan en la búsqueda del tesoro. Para ello, se hizo acopio de diversos sandwhich, patatas, dulces, actimeles y fruta (El hecho de que celebremos un cumpleaños, no debe hacer incompatible la presencia de productos sanos en la mesa y si los servimos de manera divertida, puede hacerlos apetecibles para los peques). Y para finalizar, nuestra tarta pirata.
Ya con el estómago lleno, la búsqueda del tesoro resultó ser una tarea muy divertida. Las pruebas que preparamos, aptas tanto para los más peques como para las más mayorcitas, dieron opción a mostrar las diferentes habilidades para correr, saltar o cantar una auténtica canción de piratas. Y lo mejor de todo, como casi siempre, fue la recompensa al encontrar el cofre del tesoro, que escondía un montón de monedas de chocolate y chuches que nuestros grumetes devoraron con avidez.
En definitiva, una auténtica fiesta pirata en la que nuestros pequeños grumetes fueron los grandes protagonistas y de la que disfrutaron hasta caer rendidos.
Besos,
Mireia Elkoroiribe
